Hoy sólo me detengo a reflexionar unas cuantas cosas. Algunas veces enfrascados en la rutina no nos damos cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, que muchas veces lo importante se vuelve secundario y nos ahogamos en vasos de agua... Sin embargo hay ocasiones en las que a pesar de percatarnos de ello, no poseemos las fuerzas suficientes para salir del aletargamiento y romper las cadenas de lo cotidiano. Algunas veces los problemas se ciernen sobre el camino, nos hacen caer y dar tropezones. Y tal pareciera que no hay nada de dónde asirse, que esta vez no vamos a poder levantarnos. Es en esos instantes, cuando todo esta oscuro y frío, cuando podemos tocar el fondo, que debemos abrir los ojos, mirar hacia arriba, extender los brazos y ponernos de pie. No hay por qué temer nunca. Estamos vivos, y siempre hay algo más afuera. Siempre habrá fuerza para levantarnos, una mano para apoyarnos y luz para ver el camino. Siempre han estado ahí, sólo que los problemas y la inercia de lo cotidiano nos nublaban la vista, escondían la mano amiga y la fuerza interna. Simplemente hay que creer que podemos seguir, y que mientras haya vida para vivir, siempre habrá otra oportunidad...
Hoy anexo a la lista de mis recuerdos un año más de experiencias, de alegrías y penas, de subidas y bajadas. Inicio la veintena de mi corta vida con la cabeza arriba y la esperanza en la mano. Aunque el corazón y las rodillas estén raspados, sigo viva, y mientras así sea, todo esta bien. Lo mismo le deseo a esas personas que en estos días cuentan un año más a sus vidas, salud por ellos, salud por el mañana...