La vida carece de importancia en sí misma. Sólo es significativa si eres capaz de cantar una canción a lo eterno, si puedes liberar un poco de fragancia divina, un poco de eternidad; si eres capaz de convertirte en una flor de loto, inmortal y eterna. Si aprendes a convertirte en puro amor, si eres capaz de embellecer esta existencia, si puedes convertirte en una bendición para esta existencia, solamente entonces la vida tiene significado; en caso contrario, no tiene sentido. Es como un lienzo en blanco: puedes cargar con él durante toda tu vida y morir aplastado bajo su peso, pero ¿para qué? ¡Pinta algo en él!.
Tú has de darle significado a tu vida; ese significado no te es dado. Se te ha dado libertad, se te ha dado creatividad, se te ha dado la vida, se te ha dado todo lo necesario para que le confieras un significado. Te han sido proporcionados todos los ingredientes esenciales para su significado, pero ese significado no te ha sido dado. Tú has de crearlo. Tú mismo te has de convertir en creador.
Y cuando tú mismo te conviertes en creador, participas de Dios, formas parte de Dios.
(OSHO)